Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia: Los vuelos de la esperanza.

Facundo Borrego

Desde hace ya unos años el pueblo argentino conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia, con mayor efusividad de la que nos tuvo acostumbrado durante casi dos décadas. Quizás sea el paso de los años que va sepultando miedos, el discurso y la práctica kirchnerista sobre los derechos humanos, o simplemente el despertar de los argentinos de cara al genocidio. Plaza de Mayo y el Monumento a la Bandera fueron los puntos principales donde se realizó el martes pasado el repudio a la última dictadura militar a 33 años de su finalización. No importa la forma sino la sustancia que resultó: el compromiso de la gente en las diferentes marchas.

Días antes a la jornada de la memoria las voces se hicieron oír en los rincones de Rosario. Paredes pintadas con aerosol, afiches de pañuelos blancos por parte de la gobernación provincial, invitaciones por doquier a la movilización y el simple pero efectivo “boca en boca” fueron constituyendo un ambiente de exaltación de cara a la conmemoración. El punto de encuentro fue la Plaza San Martín para luego marchar hasta el Monumento donde esperaba el multitudinario acto.

Todo el espacio verde al igual que las calles aledañas a la plaza, estaban colmadas de gente cerca de las seis de la tarde. Asombraba la cantidad de pancartas y de banderas de los distintos movimientos, las cuales luchaban para mantenerse lo más alto posible. En su mayoría eran centros de estudiantes y partidos políticos pero no faltó la libertad para corrientes más pequeñas. A pesar de que fue un acto de unificación, de sentimiento compartido por el pueblo, se generó un clima tenso entre dos facciones. El dibujo de Eva Perón en una de las banderas, fue testigo del roce que hubo entre la Corriente Clasista Combativa y el Movimiento Evita. No más que unas corridas y amenazas de agresión para finalizar las diferencias y continuar con el propósito de la cita.

Lentamente comenzó el tránsito dividido en dos trayectos diferentes pero con el mismo destino y sentimiento. Los bombos marcaban el paso y los cantos expresaban toda la bronca contenida por años. A medida que los movimientos marchaban unos tras otros, se podían observar las manos chorreadas de aerosol de unos militantes en el intento por hacer un graffiti. La conocida frase: “Pocho Vive” se agigantaba aún más en las paredes, y se acoplaba perfectamente a tantas otras pintadas con contenido político y social. Ya en el Monumento, se distinguía un escenario principal con la presencia de integrantes de Madres de Plaza de Mayo de Rosario. Al pie del mismo se ubico la agrupación H.I.J.O.S y a su lado el Movimiento Evita. En el medio de la escalinata se encendieron varias bengalas por parte del Partido Comunista Revolucionario, el cual sólo paro de cantar cuando los oradores dieron inicio al acto.

El pedido fue similar en todos los discursos: juicio y castigo a los represores, aparición con vida de Jorge Julio López y seguridad para los testigos claves en los juicios. El silencio se hizo atroz y emocionante con la disertación de las Madres de la Plaza y el posterior video que se transmitió en una pantalla gigante. Adultos, jóvenes, socialistas, comunistas, anarquistas, estudiantes, obreros, todos unidos por el mismo sentimiento y bajo un mismo manto celeste y blanco. El cierre estuvo a cargo de la música con “Farolitos” como artista principal, habitué en este tipo de actos.

En conclusión, se pudo palpar el pluralismo de ideologías y corrientes que sólo la democracia puede ofrecer. Se pudo palpar que la idiosincrasia del pueblo argentino toma el camino correcto cuando se lo propone. Un Monumento que se matizó con el carácter reivindicativo de más de 20 mil personas. Una noche en donde la libertad de expresión aturdió esa estela negra en nuestra historia.