Hoy en día no hay otro tema más tratado en la opinión pública argentina que el tema de la inseguridad, mucho más después de la relevancia que cobró con las declaraciones de ciertos personajes de la farándula que pedían pena de muerte. Sin embargo me gustaría centrarme en el tratamiento que los medios hicieron de este problema.
Los medios ven la inseguridad como un problema aislado, donde solo hay consecuencias, pero no causas, donde solo hay desenlaces fatídicos sin un nudo que de coherencia a una historia que se repite en las noticias día a día. Pero no hay más responsables que los mismos medios de esta locura generalizada, de este pandemónium de opiniones encontradas, siempre desde los dos mismos frentes.
En Argentina vivimos hace 200 años en estructuras de blancos y negros, de intolerancia absoluta. En un tiempo fueron criollos y españoles, después unitarios y federales, peronistas y anti-peronistas. Pero nunca tuvimos escalas de grises, gente moderada y con ganas de ceder ante alguna opinión encontrada que puede superar nuestra imaginación. Hoy la inseguridad enfrenta en las calles a los pobres con el estado, y en los medios a los derechos humanos con la pena de muerte. Seguimos siendo un país en blanco y negro.
Es por eso que descreo que esta discusión entre faranduleros y partidarios de derechos humanos tenga sentido. No van a llegar a un acuerdo, nadie va a tomar una decisión con tanto costo político. Y al fin y al cabo, todo vuelve a empezar, los medios vuelven a ganar, porque imponen discusiones, llevan la agenda pública y nos hacen pensar que somos mejores personas porque “tenemos convicciones”. Así nos manejan, y con la misma facilidad con la que nos imponen una moral, nos enfrentan y logran que nos hagamos suficiente daño, después nos venden los analgésicos para mitigar el dolor que nos causamos nosotros mismos.
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